miércoles, 26 de diciembre de 2007

KURBAN BAJRAMI parte primera

El 20 de Diciembre, a las 6:00 am, el teléfono empezaba a sonar, era demasiado temprano para empezar el día… Aunque ya hacía tiempo que el sol iluminaba la estancia, la hora psicológica me pesaba demasiado… poco a poco, los ruidos cotidianos de la casa empezaban a indicarme que no quedaba más remedio que levantarse.

No habían pasado quince minutos, cuando Sadic y Kikiriki chico entraban en el salón, como siempre impecables, con sus chaquetones y gorros de lana tomaban un té que Mamá acababa de preparar. Mientras mi hermano, aún legañoso, dejaba su traje de sueños para vestirse con todas las capas de ropa necesaria para no pasar frío. Frío que me había obligado a dormir en el salón con el resto de la familia para poder dormir cerca de la estufa de leña a la que no hacen llaga la ausencia de electricidad que castiga Kosovo.

Mientras tanto, yo observaba el cuadro, desde mi refugio entre manta. Aunque le prometí a mi hermano que iría a la Mezquita con él, la hora psicológica sigue haciendo mella en mí. Él ya esta vestido, Mamá me trae una taza de té y me avisa de que es hora de moverse. Con decisión, salgo de mi cálido fortín.

Vestido para la ocasión, es decir, tapado hasta las cejas por bufanda, gorro y guantes, vuelvo al salón. Mamá me avisa de que me ponga un par de calcetines extras –los iba a necesitar-.

Los niños me avisan de que podemos ir en coche. Pero tiene truco. Primero tenemos que conseguir que el coche de nuestro tio arranque. El coche, un Ford Esscort que ha conocido tiempos mejores, tiene una fría y dura capa de hielo de un dedo de espesor.

La mañana se presenta diferente. Todavía no son las siete de la mañana y estoy sudando mientras empujo el coche, rampa arriba, rampa abajo, intentando que el motor se decida a renacer de su letargo invernal. La imagen tiene su gracia, un par de proyectos de adultos y un coro de cinco niños empujan un Ford Esscort calle arriba, calle abajo mientras gritan al conductor “Arráncalo Carlos, arráncalo por dios” – aunque bajo cero y en albanés suena mejor.

Después de repetidos intentos, dejamos por imposible la reanimación del coche. Al final, el coro de niños me guía rumbo a la gran mezquita de Mitrovica. Será la primera vez que rece en un mezquita –y posiblemente la primera que rece en mi vida-

Al llegar a la mezquita nos enteramos de que el aforo está completo. Así que toca quedarse en el descansillo, dónde se dejan los zapatos, y esta vez, por casualidad, el descansillo no tiene calefacción.

Nos saltamos las abluciones, demasiado frío para ir mojándose, así que pasamos directamente al rezo. Como todas las primeras veces, uno se encuentra con algunas dificultades, la torpeza de la inexperiencia. Pero nada grave.

Tras rezar, nos sentamos en el suelo. Y escuchamos el sermón del Mulá de turno, un señor refunfuñón, que no esta demasiado contento.

El público asistente es o muy mayor o muy joven. No hay término medio., Los abuelos con callados y los niños que lo acompañan. Algunos jóvenes, pero pocos.

El Mulá sigue abroncando al respetable, pero parece que no hace mucha mella en ellos, la mezquita parece una sala de espera en el hospital, todo el mundo charla –a sottovocce- de sus cosas con el compañero de alfombra, mientras la voz del alta voz sigue con su discurso sordo.

El vejete ha terminado, antes de irnos, volvemos a rezar, esta vez ya tengo experiencia, y todo parece más fluido. Mi hermano me mira por el rabillo del ojo para comprobar que lo hago bien.

Al terminar, nos felicitamos un “Feliz Bajram”, estrechamos manos y abrazamos. Ahora toca lo difícil, salir. Todo el mundo quiere salir a la misma vez. Nadie esta dispuesto a dejar pasar a nadie. Ahora entiendo porque todos los años hay muertos en La Meca, los musulmanes no saben respetar turnos de salida.

Pero al final salimos. Con un frío clavado en los huesos. Rumbo al primer café que haya abierto. Son las ocho y cuarto. Hemos pasado más de una hora sentado en el suelo helado.

Volvemos a casa con el café sirviendo de líquido anticongelante. El día esta despejado. El sol sigue fuera pero no calienta demasiado.

kosovarian Puthje -besos kosovares-

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