martes, 30 de octubre de 2007

LARGOS ATAJOS

Tras las tediosas 14 horas de autobús desde Kosovo. Decidimos coger un atajo para que la vuelta se hiciera más relajada. Pero los atajos no siempre son el camino más corto…

La teoría hacía que sonará bastante bien.

Tren nocturno Estambul – Tesaloniki.

Llegada a Tesaloniki por la mañana. Después de haber dormido toda la noche.

Tren a Skopje donde nos recogerían y nos llevarían a casa inKosovo.

Esa era la teoría…

La práctica es que dormir en el tren no es tan fácil, sobre todo cuando te despiertan a las tres de la mañana y te tienen dos horas entre la frontera turca y la griega pidiendo pasaportes y revisando maletas…

Y luego cuando llegas a Tesaloniki, resulta que no tienes ni un euro, que lo que te quedan son las divertidas Nueva Lira Turca que nadie quiere cambiarte… incluido el Banco Nacional Griego…

Te pasas medio día esperando el tren y deambulando por Tesaloniki, tomando cafés Frappes –bebida nacional griega- y comiendo Pita Gyros –kebaps griegos con carne de cerdo-.

Y tomas las últimas horas de sol y civilización en no sé sabe cuanto tiempo.

Después me esperaban, cinco horas de tren hasta Skopje. Donde compartimos vagón con una pareja de ancianos macedonios – yugoslavos.

Él era un caballero de otra época. Un dandy. Traje de color hueso. Impoluto. Con la raya en el pantalón impecable. Gemelos en los botones de la camisa. Nudo windsor en la corbata de seda negra. Perfecta manicura. Esmerado peinado.

Ella llevaba un vestido beige a juego con el color del traje de él. Chal de color rojo burdeos. Uñas rojo carmesí, en manicura y pedicura. Zapatos de piel negros de medio tacón. Discretos pendientes. Y un esmerado moño que coronaba su poblada y azabache cabellera.

Perfectos modales. Perfecta postura. Perfecta presencia.

Y enfrente.

Dos voluntarios que llevaban dos días viajando, y por defecto, sin ducharse. Preparándose un bocata de queso de untar con salami de pavo. Y compartiendo una lata de cerveza turca Efes.

Me sentía tan fuera de lugar que mientras me comía el bocadillo, no podía levantar la mirada. Me bebí la cerveza mirando por la ventana la oscuridad macedonia. Y con la dignidad que me quedaba, retiré las miguitas de pan, en un acto de máxima limpieza.

Cinco minutos después. Helena la griega, dormía placidamente sobre mi hombro. Mientras yo mantenía el tipo, e intentaba adivinar cual sería nuestra estación.

La parada llegó. Pero en ella no había nadie que nos recogiera. Así que tuvimos que coger un taxi para volver a casa…

En casa nos esperaban un par de amigos que habían preparado una sopa reparadora, una cama mullida y horas de sueño.

kosovarian Puthje -besos kosovares-

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3 comentarios:

A las 31 de octubre de 2007, 1:42 , Blogger rAnita nOe ha dicho...

me suena eso de no ducharse en un par de días.. un buen invento eso de las toallitas húmedas para los bebés, te lo recomiendo para la próxima.
aunque haya sido un poco "destartalada" tu vuelta a casa quien te quita lo bailado! seguro que tiene su recompensa.
besos, desde argentina.

 
A las 1 de noviembre de 2007, 23:38 , Blogger Carlos Sardiña Galache ha dicho...

Espero que no le ensuciaras a la buena señora el traje, que las manchas de salami de pavo son muy malas de quitar. No se te puede dejar salir de casa. De verdad que el voluntariado desde que no lo lleva la Iglesia y no se llama "ir a las misiones" ya no es lo que era...

En fin, un abrazo desde la ciudad más cosmopaleta de Europa y parte del extranjero.

 
A las 9 de noviembre de 2007, 19:36 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Desde luego,no se puede decir que no viajas...espero que cuando vuelvas a casa hagas un viajecito algo mas corto y nos veamos.
Me conecto una vez a la semana, cuando puedo!!, pero sin falta leo lo que escribes..
Pasatelo muy bien.
Un bico, Galicia.

 

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