jueves, 6 de septiembre de 2007

LLUVIA 0.9

No era todavía medianoche cuando el reflejo de los rayos empezó a iluminar mi habitación de Prishtina.

La luz se había ido hacía ya dos horas, justo cuando a Nicholas Cages lo iban a pillar los malos, y nadie sabe cuando volverá. Desde hace un par de semanas, los cortes de luz son cada vez más frecuentes en la capital.

Pero hoy, la noche se diferenciaba por el sonido de la lluvia al caer, la tormenta no parecía pasajera, y me quedé dormido con el ritmo de las gotas de lluvia al caer.

Prishtina amanecía bañada por la misma lluvia que me ayudó a dormir. Una lluvia fina y regular. Justo cuando salía de la ducha, la luz se iba de nuevo.

El tráfico en Kosovo es todo una aventura, las reglas de circulación no son aceptadas por todos los conductores, pero si a eso le añades la lluvia, y además agregas el apagón, semáforos incluidos, el resultado es todo una experiencia.

Tengo que ir a la estación de autobuses pero no tengo ganas de mojarme, así que hoy cojo un taxi. El trayecto es más breve y tranquilo de lo que podría esperar… pero lo bueno se hace esperar…

Me acerco a la parada, y desde la acera de enfrente un hombre me hace señas y me pregunta si voy a Mitrovica. Es un taxista ilegal, en vehículos particulares hacen trayectos entre ciudades, pagas un poco más y viajas mucho más rápido. Le pregunto el precio y me meto en el coche. Un volkswagen passat con más kilómetros de los que debería. La última ocupante es una anciana con una máscara de miles de arrugas que le cubren la cara.

Sigue lloviendo, y al conductor nadie le ha dicho que el vaho de dentro del coche se arregla, bajando la calefacción, él se empeña en restregar un trapo, una y otra vez, sin demasiado éxito, pero eso no le importa.

Las carreteras siempre son imposibles, pero hoy, con la lluvia y el vaho, parecen difícilmente mejorables, el trayecto no es muy largo pero parece que no va a acabar.

De pronto y siguiendo las indicaciones de la anciana, el taxi se para. Sigue lloviendo. El taxista va a buscar al empleado de una tienda de lápidas, él viene al encuentro. Con la puerta abierta, la anciana y el dependiente hablan sobre el precio de una lápida –no me preguntéis para quien es-, llegado el momento, tras finalizar la negociación, la anciana saca un fajo de billetes y paga en efectivo el precio acordado.

La travesía continúa.

Próxima parada: Mitrovica.

kosovarian Puthje -besos kosovares-

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5 comentarios:

A las 6 de septiembre de 2007, 17:15 , Blogger rAnita nOe ha dicho...

Aquí llegó la tormenta de santa rosa, la que indica el fin del invierno.. pero no había lápidas de por medio.
besos

 
A las 8 de septiembre de 2007, 21:15 , Anonymous Anónimo ha dicho...

nico, soy Artacho...me puedes pasar tu teléfono de allí, q no lo tengo?

 
A las 9 de septiembre de 2007, 13:47 , Blogger Goretti Redondo ha dicho...

me encanta seguir tu travesía a travñes de esta ventana. Un abrazo muy muy fuerte

 
A las 10 de septiembre de 2007, 12:39 , Anonymous Anónimo ha dicho...

se te echa de menos, nicolau!

 
A las 12 de septiembre de 2007, 17:04 , Blogger Esther Cabrales ha dicho...

ancianas con fajos de billetes, la perseverancia del taxista... un relato lleno de imágenes interesantes que llegan. Me alegro de haberle conocido.

 

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